Oro líquido en crisis

La crisis del jugo de naranja ha obligado a los productores a buscar alternativas dado que las enfermedades y las condiciones climáticas exacerban la situación.

El jugo de naranja, un alimento básico en el desayuno de todo el mundo, tiene a la industria de los cítricos en crisis, con precios que alcanzan un máximo histórico. Las condiciones climáticas extremas y las enfermedades de las plantas en Brasil, cuya cosecha representa el 70% de las exportaciones mundiales de jugo de naranja, están presionando a los procesadores a considerar frutas alternativas para compensar la escasez.

Enfermedad y sequía

Cada año se cultivan mundialmente alrededor de 50 millones de toneladas de naranjas, el 34% de ellas en Brasil. Pero las regiones productoras de naranjas brasileñas han sufrido recientemente sequías extremas y estrés por calor en el periodo de floración del cultivo, así como tasas alarmantes de la enfermedad del “reverdecimiento” (o “greening” en inglés) de los cítricos, una infección bacteriana incurable provocada por la sequía y el calor excesivo durante el periodo de floración, han afectado a más del 40% de los naranjales de Brasil.

Como resultado, ahora se pronostica que la producción de naranjas de Brasil caerá más de un 25% en la temporada 2024-25, lo que sería la cosecha más pequeña del país, desde finales de 1980.

La escasez se ve exacerbada por la destrucción de hectáreas de plantaciones de naranjas en los Estados de Florida y California, en Estados Unidos. En Florida, los huracanes han azotado desde finales de 2022. La recuperación parece lejana, ya que la temporada de huracanes en el Atlántico, de seis meses de duración, comienza este mes y duran hasta finales de noviembre.

¿Cómo se afecta el mercado?

La semana pasada, el precio del concentrado de jugo de naranja saltó a 4.95 dólares la libra, casi el doble del precio récord de hace un año. Los proveedores habían pronosticado esta crisis ya en febrero de este año y no se esperaban señales de alivio antes de la temporada agrícola 2024/2025.

Los estimados publicados en mayo anticipaban una importante disminución del 24.4% en la producción de naranjas con relación a la temporada anterior, lo que pone de relieve la gravedad de la situación.

La mala cosecha prevista en Brasil marca la tercera cosecha global difícil consecutiva. El país de América del Sur suele producir 300 millones de cajas de naranjas al año.

Cultivar naranjas ahora es más costoso, principalmente debido a la inflación general y a costos específicos como los fertilizantes. “Pero el reverdecimiento que afecta a casi el 40% de las plantaciones en Brasil está generando un tremendo costo de replantación y pérdida de ingresos”, asegura Kees Cools, presidente de la Asociación Internacional de Jugos de Frutas y Verduras.

El aumento resultante de los precios está teniendo un efecto dominó en los cultivadores de naranjas y en los procesadores de jugo de naranja.

Francois Sonneville, analista senior de bebidas de Rabobank, dice: “Para los cultivadores, el alto precio está dando cierto alivio, pero el volumen de naranjas que venden ha bajado, entonces, menor volumen multiplicado por precios más altos, no compensa. Para los procesadores, el panorama es más difícil. Las naranjas se han vuelto más caras y se necesita aumentar el precio del jugo de naranja que llega al consumidor. Cuanto más aumenten los precios, menor será el volumen de clientes. Dado que los consumidores ya están al límite, los cultivadores y los procesadores de marcas de jugos están pasando apuros”. 

Rick Dantzler, director de operaciones de la Citrus Research and Development Foundation, dice que las consecuencias del aumento de los costos y la disminución de los rendimientos son "una tormenta perfecta de desgracia que ha afectado a los cultivadores".

Impacto en el consumidor

“Para los procesadores, producir jugo de naranja se está volviendo más costoso porque sus plantas de procesamiento funcionan muy por debajo de su capacidad”, explica Sonneville.

La escasez ha llevado a algunos de ellos a traspasar los costos excesivos a los consumidores.

Sin embargo, existen factores de mitigación para los consumidores. Las empresas tienen inventarios que adquirieron cuando los precios eran más bajos, pero actualmente los niveles de inventario son bajos. También podría haber contratos que se firmaron cuando los precios al contado eran más bajos.

Los expertos dicen que el comportamiento del consumidor ha comenzado a mostrar cambios. El precio del jugo de naranja ha aumentado cuando aún no ha pasado la “crisis del costo de vida”. Los consumidores no quieren pagar más por el jugo, pero tampoco quieren un compromiso en la calidad. Como resultado, buscarán fuera de la categoría o simplemente gastarán menos en jugo de naranja.  

Los embotelladores de jugo de naranja han propuesto recurrir a frutas alternativas, como la mandarina.

Esta caída en la demanda es más notable para el jugo elaborado a partir del concentrado, que es más barato que el jugo premium sin concentrado. Sin embargo, se necesita algo más que este cambio para compensar la escasez, ya que el jugo de naranja también es un ingrediente clave en productos como néctares, bebidas con menor contenido de jugo y productos de confitería y panadería.

Comparando mandarinas y naranjas

Los embotelladores de jugo de naranja de todo el mundo han propuesto mezclar jugos de otras frutas, como mandarinas, con el jugo de naranja para ayudarlo a sobrevivir sin perder la aceptación del consumidor.

Desde una perspectiva científica, es una buena idea. Se necesita estar abiertos a ello. Los cultivadores de cítricos han logrado producir híbridos parecidos a las naranjas que se ven, huelen y saben a naranjas dulces con una tolerancia significativa al huanglongbing.

Según Sonneville, la propuesta tiene sentido para las empresas. Los consumidores buscarán bebidas de naranja de menor calidad (por ejemplo, néctares con menor contenido de fruta) o comprarán jugos que combinen la naranja con otros jugos de frutas como pomelo, mango, limón o lima y, por supuesto, mandarina. Esto podría funcionar si esos jugos de otros sabores están disponibles y son más baratos.

Los árboles de mandarinas, específicamente, vienen con su parte de contratiempos logísticos.

Mucho de esta fruta se destinan al mercado fresco y no es fácil desviar este flujo hacia la industria del jugo. El procesamiento de mandarinas destinadas al mercado fresco generará problemas logísticos, ya que las plantas procesadoras de jugo de naranja brasileñas, por ejemplo, se han ubicado en lugares convenientes para las naranjas. La pérdida de escala y el aumento de la logística serán problemas importantes en comparación con las naranjas brasileñas del pasado.

Los expertos dicen que, a largo plazo, la ciencia de los cultivos deberá avanzar para hacer que los árboles y plantas frutales y vegetales sean más resilientes y resistentes a las enfermedades y las condiciones climáticas extremas.  

La situación en Brasil se ha visto más agravada por la disminución de la producción en otras importantes regiones productoras de naranjas del mundo, como Estados Unidos, Israel, España y Argentina.

La combinación de estas presiones logró que el precio futuro del jugo de naranja concentrado congelado, que representa un contrato para entrega futura, alcanzara un máximo histórico recientemente.

Entonces, ¿cómo podrían estas presiones globales afectar a Australia y a los rituales de desayuno de tantas personas en ese país?

¿De dónde saca Australia su jugo?

Australia cultiva muchas naranjas, con importantes plantaciones en Riverina, Murray Valley y Riverland. Son el duodécimo productor mundial de esta fruta.

A pesar de esto, la fuerte demanda es significativa ya que todavía dependen en gran medida de las importaciones de concentrado de jugo de naranja congelado, por aproximadamente la mitad de lo que se consume. Alrededor del 80% de estas importaciones provienen de Brasil, seguido de Israel con alrededor del 10%.

Los consumidores australianos todavía no se han visto tan gravemente afectados como los de Europa y Estados Unidos, ya que los productores de naranjas locales han podido cubrir en cierta medida el déficit de oferta en el mercado interno. Sin embargo, es probable que su excesiva dependencia del concentrado de naranja de Brasil, eventualmente provoque una escasez de oferta.

La situación podría llevar a consumidores y productores a elegir alternativas. En el mercado de bebidas para el desayuno, los productos que mezclan jugo de naranja con manzana, mango o piña, pueden volverse cada vez más atractivos para los consumidores sólo por su costo.

Las mandarinas pueden ser una alternativa particularmente prometedora dado lo mucho que se asemeja su sabor y valor nutricional con el jugo de naranja.

Por Elsa R Torres