OMS plantea transformación en uso de la sal

Agencias. El pasado mes de enero, la OMS renovó su estrategia en contra de uno de los mayores desafíos nutricionales de nuestro tiempo: el consumo excesivo de sodio. Las nuevas directrices proponen una transformación en nuestro uso cotidiano de la sal, recomendando el cambio de la sal común por alternativas bajas en sodio.

Los datos que impulsan esta iniciativa revelan un panorama alarmante en nuestra relación con el sodio. Cada año, 1.9 millones de vidas se pierden debido a complicaciones relacionadas con su consumo excesivo, una cifra que persiste a pesar de décadas de campañas educativas y esfuerzos internacionales. El consumo medio mundial actual de 4,3 gramos de sodio diarios representa más del doble del límite de 2 gramos establecido por la OMS, evidenciando una brecha significativa entre las recomendaciones científicas y nuestros hábitos alimentarios arraigados.

La OMS, en su guía global acerca de los sustitutos de la sal con bajo contenido en sodio, propone varias estrategias para reducir el consumo de sodio que incluyen limitar el consumo de alimentos altamente procesados, retirar los recipientes de sal de la mesa, reducir la cantidad de sal al cocinar sustituyéndola por hierbas y especias, optar por productos etiquetados como bajos en sodio y considerar el cambio a sal enriquecida con potasio, la cual puede encontrarse también bajo nombres como sal baja en sodio, sal potásica, sal para el corazón, sal mineral o sal reducida en sodio.

El desafío va más allá del uso doméstico de la sal. En países como Australia, aproximadamente el 80 % de la ingesta de sodio proviene de alimentos procesados. Esta realidad subraya una limitación crucial en las directrices actuales: no priorizan explícitamente el cambio en el uso de sal en la fabricación de alimentos.

Los estados miembros de la OMS se habían comprometido previamente a reducir la ingesta de sodio de la población en un 30% para 2025. Ante la dificultad de alcanzar esta meta, el plazo se ha extendido a 2030. El obstáculo fundamental permanece: convencer a las personas de aceptar sabores menos salados y modificar prácticas culinarias establecidas ha resultado notablemente difícil, tanto para cocineros domésticos como para la industria alimentaria.

No obstante, el impacto potencial de una adopción generalizada es convincente. Estudios de modelización sugieren que el cambio a sal enriquecida con potasio podría prevenir cientos de miles de muertes cardiovasculares anualmente solo en China e India. Las nuevas directrices de la OMS representan un paso pragmático hacia la consecución de estos beneficios, ofreciendo un camino que no requiere que las personas sacrifiquen los sabores que aprecian.

 

 

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