Comunicado. La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), a través del Instituto de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), desarrolló un paquete tecnológico de bajo costo y amigable con el medio ambiente, que asegura mayor productividad en el cultivo de pepino en zonas tropicales.
Esta tecnología puede ser incluida, con altos resultados e inversiones accesibles, en programas de Desarrollo Agrícola de gobiernos estatales y municipales para detonar la producción del pepino, que es fuente de alimento bajo en calorías, contiene hasta 90 por ciento de agua y su consumo provee de minerales como el fósforo, calcio y magnesio, antioxidantes y vitaminas de los grupos A, B, C y E.
De manera inicial el paquete tecnológico se aplica en Veracruz, que cuenta con una superficie potencial de seis mil hectáreas para sembrar esta hortaliza. En la mayoría de esta superficie veracruzana el pepino es cultivado a cielo abierto, con alto uso de insumos químicos, que eleva costos para el productor, y presenta un rendimiento promedio de 25 toneladas por hectárea, detalló la Sader.
En invernadero o con estructuras protegidas tipo casa de malla o bioespacio aumenta el potencial de producción del pepino, toda vez que el rendimiento promedio es de 80 toneladas por hectárea, con frutos de alta calidad, uso mínimo de agroquímicos y de agua de riego y reducida contaminación ambiental.
En este escenario, en el Campo Experimental Cotaxtla del INIFAP se ha generado tecnología de producción sustentable en ambiente protegido, de la que se desarrolló un paquete tecnológico basado en sistema de riego por goteo, acolchado plástico y aplicación de abono orgánico, como lombricomposta o bocashi, que combinados con los biofertilizantes Glomus intraradices-Trichoderma harzianum reducen en 50% o más la fertilización química y el consumo de agua, lo que genera un ambiente de trabajo más sano para el productor. Con este esquema también se obtuvieron ahorros de al menos 50% en el gasto de agua y fertilizantes químicos y baja o nula aplicación de agroquímicos, apuntó.
La Sader detalló que el proceso de siembra consiste en la inoculación de la semilla, antes de la siembra, con los biofertilizantes Glomus intraradices y Trichoderma harzianum; suministro de abono orgánico en las camas de siembra; aplicación del tratamiento de fertilización química 82.5-30.5-45 de nitrógeno, fosfato y potasa aplicado en 10 dosis, desde la fase de desarrollo del cultivo hasta la productiva; utilización de acolchado plástico blanco-negro y fertirriego para controlar malezas y reducir el uso de agua.
Este sistema aminora costos de producción y presenta mayor porcentaje de rendimiento e incrementos en las ganancias económicas para el productor de la hortaliza, subrayó.
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