El Economista. 2020 trajo grandes retos en muchos aspectos, no sólo el área de la salud sino también en el sistema alimentario, así lo comentó Robert Reiter, jefe de investigación y desarrollo de la división Crop Science de Bayer con sede en Monheim, Alemania.
“Probablemente tendríamos que volver al 2020 para analizar lo que pasó en cuanto al consumo de alimentos en muchas partes del mundo”, indicó Reiter y explicó que hubo dos aspectos disruptivos que cambiaron el suministro de alimentos, primero la gente dejó de ir a trabajar y, de pronto, los restaurantes quedaron sin comensales, por otro lado, la gente comenzó a comer más en casa, esto alteró la distribución.
Un segundo punto fue que en algunas partes del planeta hubo muchos desafíos con la mano de obra, no se podía encontrar gente para trabajar en la cosecha de cultivos, eso generó presión en diferentes partes del mundo, particularmente en los mercados de frutas y verduras, no importando si era el mercado de Estados Unidos, México o Chile, hubo un tiempo difícil para tener trabajadores suficientes y constantes para estar seguros de que podrían abastecer el mercado, comentó.
Sin embargo Reiter, quien supervisa la línea de investigación y desarrollo de cultivos en Bayer, agregó que en general el suministro y producción de alimentos han estado relativamente estables, probablemente un área que se vio más afectada fue la de los agricultores de grano, aunque esto también depende de en qué parte del mundo nos encontremos, por ejemplo en Estados Unidos y Brasil tuvimos mucha gente que dejó de conducir sus coches, entonces donde se usa la caña de azúcar para la producción de etanol, bajó el consumo, otro ejemplo es China que redujo la cantidad de cerdos lo que significaba menor importación de maíz y soya desde América, esto hizo que bajaran los precios promedio de los cultivos como materias primas, este cambio en el comportamiento de los consumidores tuvo un efecto también en los agricultores de México, pues el precio siempre es vinculante a nivel mundial.